EL NUEVO DÍA-
Ayer fue un día triste en la historia de Puerto Rico.
En la Ciudad de los Rascacielos, siete personas decidieron el camino financiero que recorreremos por al menos los próximos diez años para tratar de resolver la caótica situación fiscal que vive el País a causa de décadas de malas decisiones financieras.
Esta vez el tiempo se acabó, llegó el momento de ajustarnos la correa y enfrentar las consecuencias. A nadie debe sorprender, pues conociendo la filosofía de quienes tomarían la decisión, no había escenario fácil ni posibilidades de una ruta más suave. Ya es un hecho que el plan del gobernador Ricardo Rosselló es el plan de la Junta, y el plan de la Junta es el plan Rosselló, pues la determinación del ente federal fue certificar con condiciones la propuesta presentada por el gobernador.
Pero no se trata de condiciones menores, sino de medidas duras que afectarán directamente la calidad de vida de muchas familias puertorriqueñas e indirectamente la del propio País. Sin duda, este nuevo escenario plantea nuevos retos sobre todo para traer a la mesa ideas y abrir discusiones serias donde participemos todos buscando alternativas para enfrentar la difícil situación.
Aunque este escrito no persigue detallar las propuestas del plan certificado, es importante decir que lo aprobado ayer significará aumentos o creación de impuestos municipales por $350 millones, reducción en beneficios a empleados de corporaciones públicas, la posible reducción o eliminación del bono de Navidad de todos los empleados públicos, la posible reducción de la jornada laboral de estos (incluyendo a los maestros) y el despido de 50% de los empleados transitorios para 2018.
Lo aprobado ayer trae consigo, además, recortes en aspectos y beneficios de salud por más de $600 millones anuales, mantiene el recorte de $300 millones a la Universidad de Puerto Rico, aumentos en servicios del gobierno como la Administración de Compensación por Accidentes Automovilísticos (ACAA), boletos de tránsito, marbetes, licencias y permisos otorgados por el gobierno, y recortes de 10% en pensiones; en fin, lo aprobado ayer aumenta el total de recortes e impuestos a diez años, de $33,800 millones que proponía Rosselló a $39,600. Se trata del plan Rosselló con $5,800 millones más en recortes y gastos.
Con eso en mente tenemos que preguntarnos seriamente; ¿Quién prevaleció ayer?, ¿Hay algo que celebrar?, ¿Quién ganó y quién perdió? La respuesta es evidente mis amigos: aquí no hay nada que celebrar. El operativo que vimos ayer para tratar de proyectar una fiesta nacional, tendrá un resultado adverso para el Gobierno tan pronto comiencen a ejecutar las nefastas medidas que contiene su plan.
Comenzará a cambiar tan pronto sus legisladores y alcaldes comiencen a sentir el calor de la calle, tan pronto comiencen a verse escenas como las vividas en la aprobación de la Ley 7, cuando lleguen a la Asamblea Legislativa las medidas para quitar derechos y/o beneficios a la gente, cuando las protestas sean cada vez más grandes y cuando veamos con crudeza el efecto devastador que las políticas puramente matemáticas pueden tener sobre la gente de carne y hueso.
Cuando eso suceda, veremos a los mismos que celebraban ayer tratando de alejarse de “su plan”, los veremos como dicen en el campo, “fildeando pa’tras”. Será el deber de todos no permitirles ese acto de malabarismo. Ya los veremos.