Soy estadolibrista. Lo afirmo con firmeza, convicción y orgullo. El Estado Libre Asociado le ha servido bien a Puerto Rico, y le continúa sirviendo mejor de lo que podrían servirle las alternativas de estadidad o independencia.
¿Por qué el ELA es mejor que la estadidad? Sencillamente porque nos permite ser ciudadanos americanos y retener nuestra identidad propia; porque nos permite recibir fondos federales para mitigar la pobreza y fomentar el bienestar social a la vez que nos exime del pago de contribuciones federales sobre ingreso.
Ambas virtudes del ELA han beneficiado especialmente a la zona oeste de Puerto Rico. Ello hace que la celebración del ELA en Aguada —como la celebración en Aguadilla hace dos años— sea justa y necesaria.
Tomemos el ejemplo de Mayagüez 2010. Puerto Rico puede mantener su propio equipo deportivo gracias al Estado Libre Asociado. Hay quienes dicen que la pasión por el deporte y el argumento cultural a favor del ELA es trivial al lado de los supuestos beneficios políticos de la estadidad. Preguntemos: ¿Acaso fue trivial para los residentes del área oeste la inyección económica que representó el evento? ¿Acaso fue trivial para nuestros atletas el desarrollo personal, atlético y profesional que significó participar de un evento internacional?
Tomemos el ejemplo de Lufthansa en Aguadilla. Puerto Rico logró atraer esa empresa gracias a los beneficios contributivos que tiene Puerto Rico como un Estado Libre Asociado. Estos beneficios contributivos se perderían bajo la estadidad. La empresa creó cientos de empleos bien remunerados en la zona. Habilitó oportunidades para los estudiantes del Recinto Universitario de Mayagüez, quienes cada vez más se veían obligados a abandonar la isla para desarrollarse profesionalmente.
El PNP ha controlado la comisaría residente sin interrupción por 20 años; por 7 de las últimas 8 elecciones; por 27 de mis 32 años de vida. En este periodo, su estrategia para adelantar la estadidad ha sido debilitar el Estado Libre Asociado. Por querer sacarle un ojo al ELA, le han sacado dos a Puerto Rico, y la zona oeste no ha estado exenta.
El PNP permitió —incluso podemos decir que fomentó— la eliminación de la sección 936 en 1996. La zona oeste sufrió, como reflejó el cierre de Bristol en el 2007 y de Bumble Bee en el 2012. Aunque casos como Lufthansa nos dan un rayo de luz y esperanza, la verdad que pocos conocen es que hemos perdido oportunidades a causa de los comisionados residentes del PNP que siguen ofuscados en rechazar las ventajas del ELA por temor a debilitar la estadidad.
En el 2020, cuando comenzó la pandemia, muchos actores políticos estadounidenses se alarmaron al percatarse de la dependencia de Estados Unidos en productos médicos fabricados fuera de sus fronteras. Se habló sobre volver a traer manufactura de productos médicos a territorio estadounidense. La delegada de Islas Vírgenes y el senador de Mississippi Roger Wicker vieron una oportunidad para Puerto Rico: revivamos un incentivo parecido a las 936. La comisionada residente se opuso. El incentivo no se convirtió en ley. Perdimos una oportunidad dorada.
Hoy se habla de un posible conflicto entre China y Taiwán y de traer manufactura, en un sentido más amplio, a Estados Unidos o países cercanos. Esto presenta una oportunidad para que “Made in China” se convierta en “Made in Puerto Rico”. Pero para eso necesitamos un comisionado residente que impulse a Puerto Rico como destino por sus ventajas contributivas como un Estado Libre Asociado. Un comisionado penepé, no lo hará.
La estrategia PNP ha sido irónica y contraproducente. Muchos políticos les han dicho que la estadidad no estará disponible hasta que Puerto Rico fortalezca su posición económica —esa posición débil en la que se encuentra como consecuencia de la estrategia de destruir el ELA para adelantar la estadidad.
Hay que ponerle fin a 20 años de comisionados residentes del PNP en Washington. Nos ha costado y nos seguirá costando. Esta no es una meta de un partido político, o de un ideal político, sino de un país.